Una cómoda escalinata central, enmarcada por las palmeras seculares existentes, invita al ciudadano que desde el gran espacio público a sur se acerque a este lugar y potencia la logia de la fachada del Palacio Juan Pizarro de Aragón. Los bancos, que en el proyecto original se deslizaban para poder ser agrupados según las necesidades de los usuarios, conservan ésta idea de movimiento colocándose de forma casi aleatoria a lo largo de la escalinata. Estos elementos, realizados mediante la repetición de un elemento en forja, pretenden “romper” la monumentalidad de la escalinata pudiendo ser desmontados con facilidad si en futuro el Palacio tuviese un acceso desde el jardín. La incorporación de los bancos, dispositivos conceptualmente estáticos, en el interior de un sistema dinámico como es la escalera dotan al Palacio de un zócalo estático-dinámico en continua transformación.
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