Después de múltiples aproximaciones, la idea final de Herzog y deMeuron para este sector ha consistido en la colocación de un nuevo círculo, excéntrico a la torre monumento que se mantiene como parte de la nueva composición. En el nuevo planteamiento, este enorme círculo funciona como espacio representativo de la ciudad que cuenta con la peculiaridad de albergar una enorme fuente que se llena y vacía alternativamente, replicando el juego de las mareas y la memoria de la primitiva rada existente en el lugar. El gran vacío que se ha recreado permitirá todo tipo de encuentros colectivos en un nuevo recinto urbano del que se carecía.
En la periferia de este espacio se han definido tres volúmenes que juegan un contrapeso formal a la potente presencia de la torre del Monumento a los Caídos. Sus masas oscuras establecen a su vez un diálogo con el horizonte montañoso que se vislumbra en la periferia de la ciudad. Quizás es ésta la parte más endeble de la propuesta al plantearse de una manera ensimismada y que ignora las fachadas edificadas del frente urbano existente. Estas construcciones se han destinado a actividades complementarias como restaurante, tienda de artesanía y oficina de turismo y se han rematado con una ingeniosa solución de muro vegetal propuesta del paisajista Patrick Blanc, colaborador habitual de los arquitectos.
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